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Martes, 29 de diciembre de 2015  |  NÚMERO 14 Aņo II Acceda a nuestra hemeroteca
EL CENTRO DEJARÁ DE EMITIR A LA ATMÓSFERA  1.000 TONELADAS DE CO2
Visita a las entrañas de La Paz
Publicación de Ingeniería Sanitaria acompaña a los ingenieros responsables de la nueva instalación térmica del centro, que estará lista en abril de 2016
Javier Barbado / Imagen: Cristina Cebrián. Madrid
El Hospital La Paz de Madrid celebra la Navidad de 2015 con dos hitos en su balance de resultados. Por un lado, este año ha cumplido 50 años su complejo Materno-Infantil, y ello ha dado pie a revalorizar su servicio y colocar al centro como el más prestigioso de España (de acuerdo con la segunda entrega anual del monitor de reputación sanitaria, que ya lo encumbró a la primera posición en su edición anterior). Y, por otro, una reforma más silenciosa pero igual de relevante para mantener en pie sus edificios: su sistema de energía térmica.

La vieja central térmica permanece en funcionamiento desde los orígenes del hospital, y está previsto su reemplazo progresivo por las nuevas instalaciones de gas natural.

Los ingenieros diseñan cómo se quema el combustible para calentar agua, transformarla en vapor y obtener y distribuir el suministro de esa clase de energía que se revela fundamental para el funcionamiento de cualquier hospital. Esta tarea, sin embargo, corre de forma literal por las entrañas del edificio y no se aprecia por los ciudadanos de igual manera que la labor del médico o el enfermero; pero, sin su cometido cumplido, la asistencia diaria de los enfermos no tendría cabida.

Por eso merece la pena conocer por qué La Paz ha decidido renovar su circuito térmico, en qué estado se encuentran las obras, cuánto han costado al erario y quiénes son sus protagonistas.

Para saberlo, Publicación de Ingeniería Sanitaria se ha reunido con ellos en los tres escenarios del proyecto, que se encuentra bastante avanzado y se espera entre en el periodo de pruebas en abril de 2016.

El contrato para la central supone un ahorro de 27 millones.

Se trata, por un lado, de la central generadora que va a reemplazar a la antigua –desgastada por su antigüedad, que data del origen histórico del hospital en 1964–; las subestaciones de intercambio –donde se calienta al agua sanitaria y de calefacción que se usará en el recinto por medio de placas que conectan un doble sistema de tuberías–; y la red de distribución, donde se vehiculiza el suministro por medio de conductos más anchos que gastan y contaminan menos que los anteriores. Veamos, uno por uno, los tres paisajes de la obra, a los que precede la central originaria que mantiene el servicio en la actualidad.

En efecto, una de las principales dificultades del proyecto estriba en que ha de acometerse sin paralizar la instalación a la que pretende reemplazar, pues el hospital no puede interrumpir su actividad normal en ningún momento, y el suministro de gas y agua caliente constituye una necesidad de primer orden en un recinto de asistencia sanitaria.

Por eso la visita de este periódico comienza en el centro que todavía produce la energía, un recinto anexo a los edificios que componen la ciudad sanitaria donde varios ingenieros dirigen la obra, entre otros el responsable de proyecto, Mario Bonault, quien trabaja para la unión temporal de empresa (UTE) que se encarga de ejecutarlo y se ofrece a guiar la visita junto con el jefe de Mantenimiento del hospital, Juan Ignacio Gómez; el director de Gestión, Juan José Pérez Blanco y el propio gerente, Rafael Pérez-Santamaría.

El emplazamiento, de superficie amplia, está ocupado por varias calderas que funcionan con gasoil y a las que les ha llegado el momento de ser remplazadas, entre otras cosas porque el rendimiento energético, el grado de eficiencia y los límites de contaminación van a mejorarse de forma muy sustancial, apuntan los ingenieros consultados.

Comitiva de los responsables de la obra por parte del centro y de la empresa adjudicataria en la nueva estación reguladora. A la izq., las tres calderas aún sin desembalar.

Desde él, la comitiva directiva que atiende a Publicación de Ingeniería Sanitaria se desplaza a la zona clave para comprender el futuro suministro térmico del hospital: la que alojará la nueva central. Se trata de una zona todavía descubierta en la que se trabaja para que disponga de las puertas y circuitos de ventilación obligatorios para una estructura de sus características.

Allí se ubican tres grandes cilindros que se corresponden con sendas calderas, donde se quema el gas de la acometida, es decir, el que procede de la fuente exterior y se une a la central. “Disponemos aquí de una estación de regulación y medida o ARM que adapta la presión de las calderas a la de la red de distribución”, explica Gómez, quien confirma que “la principal dificultad del proyecto estriba en no dejar sin servicio al centro, para lo cual se trabaja en paralelo a las estructuras existentes”.

Juan Ignacio Gómez justifica el cambio y explica sus plazos.

De hecho, la transición de uno a otro sistema se hará de forma escalonada, no repentina, y las nuevas calderas preservan la capacidad de quemar gasoil aunque su combustible base, el que se usará en la nueva instalación, es el gas natural.

En este solar, en plena faena de obras, “hemos dejado el antiguo depósito de descarga, de unos 50.000 litros, que se une a la vieja central” para transportar el gas natural “infinitamente menos contaminante que el gasóleo”, recalca el jefe de Mantenimiento del centro, mientras Bonault recalca el ahorro en emisiones de anhídrido carbónico cuando la instalación funcione a pleno rendimiento. “Dejaremos de emitir unas 1.000 toneladas de dióxido de carbono; si hasta la fecha el consumo de gasoil se acerca a los 4.500.000 litros al año, en el futuro próximo será de la mitad, y, además, de gas natural, que contamina menos”, ratifica.

“Aquí –precisa Gómez– había seis depósitos enterrados de gasoil que se retiraron (se trata de tierra contaminada por material no inerte que se ha tratado con un gestor de residuos actualizado)”. “Una vez retirado el cubeto, donde estaban contenidos los depósitos, se abrió espacio para la obra; ahora se están terminando los puntos perimetrales y se ha construido la estructura para las chimeneas. Hay tres calderas de agua caliente: dos de 12 megavatios y una de seis; luego se sumarán dos generadores de vapor a razón de dos toneladas a la hora”, añade, en tanto que ahora se trabaja en un colector de distribución para llevar toda esa agua caliente (a unos 100 grados centígrados) a las subcentrales (a unos 70) y los distintos edificios.

Poco después, los directivos y este periodista acceden a una de las seis subcentrales de intercambio térmico, y aquí se aprecia cómo discurren viejas y nuevas tuberías que no se cruzan. Las que aún no funcionan se encuentran  recubiertas por un material plateado. Y es ahí donde tiene lugar el trasvase energético fundamental para aprovechar el calor generado y elevar la temperatura del agua que se utilizará, en última instancia, en todo el recinto hospitalario.

Escenario del núcleo de la nueva estación con las futuras calderas y generadores de vapor. A la dcha., aspecto de las tuberías por ensamblar para transportar el agua calentada.

“El agua que se calienta en las calderas no es la que sale del grifo en el hospital para uso sanitario; se hace una transformación térmica intermedia por cuestiones de ahorro energético y para facilitar la distribución. Además, el agua de las calderas se somete a un tratamiento que impide su uso sanitario posterior, y circula por un circuito cerrado que se calienta y enfría una y otra vez por medio de equipos provistos de intercambiadores con placas”, explica.

En la primera imagen, dos obreros trabajan en las instalaciones de la estación. A la dcha., vista de las galería con las nuevas tuberías para distribuir el agua.

Por lo tanto, existen dos circuitos, uno cerrado en el que no hay consumo, y otro por el que circula el fluido que alimentará al hospital y que, a su vez, se divide en dos canales: el que proporciona el agua caliente sanitaria y otro para la calefacción (éste último, también cerrado).

Panorámica de una de las seis subestaciones de intercambio. A la izq., las instalaciones por estrenar, por las que circulará agua calentada con gas natural que, al llegar a la red del centro de la imagen, cederá calor, por medio de placas transductoras, al sistema de canales que se proyecta hacia arriba para abastecer al hospital de agua caliente sanitaria y calefacción.

Toda esa agua útil se dirige, a esos 70 grados centígrados, a la red subterránea de distribución, tercera parada de la excursión. En este punto se acentúa el contraste entre lo antiguo y lo recién instalado: unas tuberías son de diámetro mucho menor y su estado se aprecia mucho más desgastado (serán, a medio plazo, desechadas) en tanto que las otras son mucho más anchas y las recubre el mismo material plateado antes observado.

Si se repara en que las obras comenzaron en febrero de este año, su balance global encaja con las previsiones más optimistas que se pusieron sobre la mesa en las reuniones entre el Servicio Madrileño de Salud (Sermas) y Veolia-Gas Natural, la empresa que dio la mejor oferta en el concurso público.

En la primera instantánea, detalle de los conductos de agua por estrenar. A la dcha., la comitiva del gerente del centro visita la subestación de intercambio térmico.


“La licitación salió por un importe de 54 millones de euros respecto a un punto de partida de 63 millones –primer ahorro de nueve millones–; después, la adjudicataria ofreció 36 millones, lo que nos permitió dejar de gastar 27 millones de euros, y hemos conseguido una instalación nueva con una inversión prevista de siete millones de euros”, revela Gómez.

“Ha habido pocos imprevistos a la hora de funcionar las dos instalaciones en paralelo; tan solo hemos tenido dos paradas imprevistas: el resto ha sido todo mantenimiento programado y sin incidencias, lo cual es complicado porque hablamos de un hospital antiguo con trazados pequeños para las tuberías”, concluye, satisfecho. 

El director de Gestión de La Paz, Juan José Pérez Blanco, rinde cuentas a su gerente, Rafael Pérez-Santamarina, sobre el estado de las obras.


Vista de la galería subterránea donde se aprecia el contraste entre las nuevas tuberías y las antiguas, que se mantienen en funcionamiento.


Aspecto exterior de las obras que rodean a la estación térmica en construcción. Una vez quede cubierta y cerrada la instalación hidráulica, se pondrá en marcha en 2016.


De izq. a dcha.: Juan Ignacio Gómez, Rafael Pérez-Santamarina, Javier Barbado y Mario Bonaut.


La estación térmica recibirá en breve la acometida de gas natural que se habilita en este momento desde el fondo de la imagen hacia el escenario principal de la obra.