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UN MILLAR DE PROFESIONALES SE DA CITA EN PAMPLONA | ||||||||||||
Neuroarquitectura y tecnología: de la salud del futuro al primer ingeniero | ||||||||||||
La AEIH ha celebrado en el Palacio Baluarte su XXXII Seminario-Congreso Nacional | ||||||||||||
Javier Barbado / Imagen: Miguel Fernández de Vega. Pamplona ¿Qué ofrece de peculiar la historia de este complejo diseñado para la investigación médica y científica? El hecho de que se erigiera a partir de la propuesta del virólogo Jonas Salk, descubridor de la primera vacuna eficaz contra la poliomielitis, una enfermedad que causaba estragos en la década de los años 50. Al parecer, Salk se estancó en sus indagaciones en el laboratorio de la Universidad de Pittsburg (California); en un momento dado, y, para descansar en mente y espíritu de su agotador ritmo de trabajo, acudió por unos días de recreo a Assisi (Italia), donde el contacto con la naturaleza le inspiró la solución para eliminar el virus, que materializó en la vacuna al regresar a su país natal. En el recién celebrado en Pamplona XXXII Congreso-Seminario Nacional de la Asociación Española de Ingeniería Hospitalaria (AEIH), el presidente de esta agrupación, el ingeniero industrial y subdirector de Gestión del 12 de Octubre de Madrid, Luis Mosquera, recordó la historia del investigador estadounidense, que completó al reseñar cómo aquella relación entre el entorno y su brillante idea cuajó en él hasta el punto de trasladarla a la construcción arquitectónica del Instituto, que planificó en cooperación con el arquitecto Louis Kahn para que su diseño condicionara la predisposición de los investigadores a la creación científica. En cuanto al ingeniero, su participación en el mantenimiento, conducción y gestión del equipamiento tecnológico de los centros de investigación puntera, y, por supuesto, de los hospitales, creció de forma exponencial desde entonces hasta llegar a nuestros días. En la actualidad, los expertos vaticinan que esa demanda irá en aumento, ya que caminamos hacia una Medicina cada vez más tecnificada en la que, incluso, el papel del ingeniero y del arquitecto adquiere una relevancia equiparable a la del profesional sanitario.
En este contexto, los biólogos tampoco se quedan atrás y comienza a atisbarse su capacidad de contribuir al diseño del hospital a partir de criterios científicos. La doctora en Ciencias Biológicas Elisabet Silvestre así lo dio a entender durante el Congreso. De acuerdo con su exposición, queda demostrado que las neuronas del hipocampo y de la amígdala –regiones del cerebro asociadas a las emociones– reaccionan, quiera o no la persona, ante estímulos como la luz, el color y las formas del medio ambiente. De modo que no evoluciona igual el enfermo que se recupera en una habitación con iluminación variable en consonancia con sus ritmos de sueño y vigilia (a su vez dependientes de la secreción de una hormona: la melatonina), o que goce de vistas al campo o incluso de motivos decorativos que inviten al relax, que otro al que se le prive de esos detalles que, en general, pasan desapercibidos en los hospitales: “Dormir equivale a reparar y no solo a descansar; si eso no se respeta, creamos una cronodisfunción del organismo”, ha aseverado Silvestre. Por eso, en el hospital, resulta importante que se facilite el sueño del paciente teniendo en cuenta variables como la temperatura del color, la intensidad de la luz o incluso la radiosensibilidad, pues también se ha demostrado la influencia de las radiaciones ionizantes y no ionizantes en el cuerpo y en particular en el cerebro. Así, el exceso de calefacción del centro impide que la glándula pineal segregue de forma adecuada la melatonina, y, en el caso de los campos eléctricos y electromagnéticos de baja frecuencia, se sabe que alteran el equilibrio cronobiológico del paciente. “Todo ello se debe tener en cuenta a la hora de diseñar el edificio, y, de este modo, llegamos a un cambio de paradigma en su construcción”, ha resuelto. Los ingenieros y el origen del hombre El foro de la AEIH ha virado en las dos direcciones del tiempo. Al asomo hacia el futuro de la charla de esta bióloga se suma la conferencia inaugural a cargo del director de Formación de una compañía propulsora de innovaciones tecnológicas, Tecnalia: José Luis Goñi. Sus palabras sobre el primer impulso que distingue al ser humano del resto de animales –la inteligencia más allá del instinto– no dejó indiferente al auditorio, al fin y al cabo repleto de profesionales de la Ingeniería y de la Arquitectura, y, por lo tanto, representantes paradigmáticos de cómo esa cualidad superior de la especie ha transformado el mundo.
De hecho, si se repara con atención en la charla de Goñi, se percibe que la diferencia esencial del hombre respecto a los demás seres vivos reside en la posibilidad de alterar el entorno más allá de otros factores que escapan a su control (como las limitaciones del cuerpo o de las emociones). Esa capacidad de cambiar el medio y la propia naturaleza constituyen las dos fuerzas que obran sobre el planeta, de modo que “un equilibrio inteligente de ambas nos conduce al progreso”, ha sentenciado el orador. En un terreno más pragmático, otros ponentes han informado de cómo se gestiona la factura de la electricidad en un hogar, y, por extensión, en los grandes hospitales; cuál es la distribución en éstos de los gestores y de los profesionales, o, incluso, qué futuro deparan a ambos las nuevas tecnologías, y, más en concreto, las aplicaciones para móviles de utilidad en el campo de la salud (área de trabajo conocida como m-Health).
Los tres asuntos atañen al ingeniero. La electricidad, para el presidente de la compañía ASE, Ramón López, predomina, de hecho, en el mapa del futuro de la civilización occidental por mucho que se hable de otras fuentes de energía como la eólica, la solar o incluso la nuclear: “Caminamos hacia una sociedad cada vez más electrificada”, ha asegurado. Por eso el sector eléctrico recluta a profesionales de la Ingeniería con demanda creciente e incluso, como se vio en el Seminario, incluye a cooperativas en las que algunos ingenieros han depositado un sentido moral y ético al uso prudente de esta forma de energía. Tal opción la ha reflejado de forma fidedigna la presencia en el foro de Javier Zardoya, coordinador de la Sección Territorial de SOM Energía, una empresa despegada de la vieja usanza que recurre a las decisiones cooperativas de sus asociados en lugar de regirse por el esquema empresarial clásico. “Queremos democratizar el modelo energético porque todos somos usuarios de la electricidad; por eso solo financiamos los proyectos a partir de la inversión de los socios, que en todo momento saben cómo y por qué se modifican los precios, los cuales, además, resultan bastante competitivos”, ha expuesto ante los asistentes.
El proyecto de SOM Energía, aún incipiente, ha sumado miembros a sus filas en el intervalo de poco menos de cinco años, desde su nacimiento en 2010 –350 socios– a este mismo año, en el que ya dispone de más de 16.000. Otros colegas de Zardoya, el mencionado López y el responsable de Mercados Mayoristas de Gas Natural Fenosa, Ángel Caballero, analizaron con profusión la actualidad del mercado eléctrico, convulsionado por la subasta que se llevó a cabo en diciembre de 2013 y que hubo de revocar el Ministerio de Industria ante la inflación de las tarifas. Con todo, lo más interesante para el sector sanitario radicó en la comunicación independiente pronunciada en sala aparte por López, quien dio a conocer una nueva modalidad de contrato de la vía de acceso de la luz a la que se acogerían, de aprobarse por las autoridades, los centros asistenciales para favorecer el uso eficiente de la luz. No en vano, la factura eléctrica de los hospitales, en números absolutos, alcanza cantidades de dinero que oscilan entre los cuatro y los seis millones de euros: “Una auténtica barbaridad”, en palabras de Caballero.
De gestión de la sanidad también se habló en el Palacio de Baluarte; unos, con optimismo, y otros con el preaviso de un colapso de sus finanzas. Entre los primeros, sobresalió la figura de Juan Cabases, de la Universidad Pública de Navarra, quien, en todo caso, dio una de cal y otra de arena al Sistema Nacional de Salud. Por un lado, subrayó el hecho insólito de que España, por primera vez según él, no haya presentado cuando tocaba a los emisarios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) el dato de gasto sanitario en función del producto interior bruto (PIB) –lo que da a entender que la cifra no favorece mucho al Gobierno–. Pero, por otro, ensalzó las virtudes del modelo sanitario como su universalidad (aun con limitaciones a raíz del decreto 16/2012), la baja mortalidad infantil y la elevada satisfacción de los pacientes, entre otras. Desde su punto de vista, en el futuro, el Consejo Interterritorial operará con más identidad y autonomía; habrá más espacio para conciertos privados y para las nuevas fórmulas de gestión; predominarán los criterios de buen gobierno en los centros y hospitales, y, en fin, el sistema será mucho más integrador. Esta visión entusiasta, sin embargo, ha contrastado con el porvenir de la sanidad que han entrevisto otros intervinientes, por lo general temerosos de que el modelo quiebre. Uno de ellos, el arquitecto Rufino Hernández, incluso citó la debacle financiera de la ciudad de Detroit (Estados Unidos) como ejemplo de cómo se viene abajo un sistema que se creía imperturbable. De una manera más técnica, el ingeniero Ángel Sánchez se refirió al hospital del futuro, en la misma mesa que Hernández, como un edificio en el que prevalecerán el respeto por el entorno, la conducción flexible de los materiales, los espacios con falsos techos o las salas de máquinas con bajo consumo energético.
Por último, la m-Health ha protagonizado otra mesa previa a la clausura del Seminario. Sus defensores han evaluado los cambios en esta tecnología durante los últimos catorce años, desde la aparición de los primeros móviles y de internet hasta los recientes modelos de smartphones, sus aplicaciones o apps y las wereables o dispositivos integrados en el cuerpo que interaccionan con él y registran datos biológicos como, por ejemplo, la glucemia, la frecuencia cardiaca, el ritmo respiratorio o incluso la aceleración y otras variables de un marcapasos implantado en el corazón. Tampoco han obviado la laguna jurídica que se abre con estos avances y que pone sobre la mesa el dilema del respeto por la privacidad de la información clínica y el valor epidemiológico de su uso a partir del big data: el gran almacén de datos a disposición de las empresas y los gobiernos a partir de los historiales clínicos o incluso de las redes sociales.
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