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Viernes, 24 de julio de 2015  |  NÚMERO 10 Año I Acceda a nuestra hemeroteca
UN ESPAÑOL LIDERA UN PROYECTO PUNTERO FINANCIADO POR LA UE
La imagen médica, en busca del ‘cíborg’
Los implantes cocleares han mejorado la calidad de la audición de forma espectacular
 

Javier Barbado. Madrid
El humano provisto de órganos artificiales no es una fantasía de los ingenieros. Muchos de ellos trabajan en imágenes médicas que facilitan la fabricación a medida de órganos artificiales que reemplazan a los biológicos dañados. Tal es el caso del oído.

González Ballester investiga en la Pompeu Fabra de Barcelona.

Existen dispositivos que restablecen la facultad de oír del paciente sordo al menos desde los años 80 del siglo pasado. Pero en los últimos años se trabaja a fondo para mejorar la calidad del sonido que se consigue con ellos, por el momento muy alejada de la inherente al oído natural.

En éstas anda el equipo liderado por Miguel Ángel González Ballester, ingeniero informático doctorado en Oxford y especializado en procesado de imágenes médicas en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, con quien ha conversado Publicación de Ingeniería Sanitaria.

Este ingeniero-viajero (ha merodeado, según su propia expresión, por países como Japón, Reino Unido, Suiza o Francia a lo largo de 13 años para forjar sus conocimientos en la materia), lidera el grupo de investigación Simbiosys (del inglés, Simulación, Imagen y Diseño de Sistemas Biomédicos) y trabaja en el Departamento de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de la universidad mencionada, donde ha cuajado el proyecto, que consiste en perfeccionar las referencias visuales que necesitan los fabricantes de implantes cocleares.

Esta clase de ortopedia sustituye el oído por una prótesis insertada en la cóclea, la cual se conecta a un dispositivo externo del que recibe el sonido en forma de señales eléctricas. Una vez recogidas éstas, se transmiten al cerebro en forma de impulsos nerviosos, proceso que perdura en la persona sorda, que recupera así la posibilidad de oír y decodificar lo escuchado.

El trabajo de González Ballester y sus colaboradores se enmarca, a su vez, en el proyecto de la Unión Europea Hear-EU, dirigido por él mismo y glosa nuevos métodos de análisis automático de imágenes médicas, modelado matemático de órganos y sistemas de planificación y simulación quirúrgica.

“Se trata de nuestro proyecto estrella; somos seis partners europeos, entre otros Sistemas ALMA IT, de Barcelona, la Universidad y Hospital de Berna, en Suiza, y la Universidad Técnica de Copenhague, en Dinamarca”, ha señalado. Pero el que más relevancia posee sin duda es MED-EL, uno de los tres principales fabricantes del mundo de implantes cocleares, de nacionalidad austriaca, cuya predisposición a colaborar en el trabajo constituye una de sus principales bazas, ha subrayado.

“Colaboramos con MED-EL y eso es, sin duda, un high-light del proyecto, ya que hablamos de los fundadores del primer dispositivo que sustituye totalmente al órgano de la audición humano. Nosotros aportamos estudios de computación para optimizar el diseño de los implantes así como métodos que permiten planificar su inserción quirúrgica”, ha recalcado. Los ingenieros de la compañía austriaca –ha revelado– también trabajan en otras metas, como la de sustituir las cuerdas vocales por otras sintéticas o implantes visuales para ciegos, “todo un ámbito de sorprendentes posibilidades” en la aplicación biomédica.

Ciencia precisa frente al ‘arte’ del cirujano

En la actualidad, el cirujano se vale de su experiencia práctica para colocar el implante sin dañar las estructuras del oído y posibilitar el funcionamiento del aparato; de hecho, existen técnicas especializadas en la inserción en la cóclea del implante con el acceso quirúrgico menos invasivo posible.

La estructura interna del oído se reproduce a partir de imágenes de cadáveres y de programas informáticos, ya que la tomografía directa lo expone a una radiación excesiva.

Como cada persona posee unas características irrepetibles en su configuración anatómica, lo ideal sería diseñar el dispositivo coclear a partir del estudio directo del oído del paciente. Pero ello exigiría elevadas dosis de radiación para tomar imágenes con la suficiente calidad y resolución como para resultar válidas. De ahí que los investigadores hayan buscado la alternativa en los cadáveres, por un lado (en el caso del grupo de González Ballester, por ejemplo, se dispone de ellos en las salas de disección de la Universidad de Berna), y en los simuladores informáticos más avanzados, por otro. De la conjunción de ambas fuentes se consiguen los mejores resultados en el producto final.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 360 millones de personas padecen falta severa o total de audición y se revelan, por lo tanto, como potenciales beneficiarios del prototipo que ensaya el equipo de González Ballester, y que financia, en su mayor parte, la Unión Europea en el contexto del Proyecto Horizonte 2020, una oportunidad de progreso que demanda ingenieros cualificados en el campo de la salud y en el uso eficiente de los recursos, ya que el empleo de técnicas de imagen médica no solo repercutirá en beneficios directos para el enfermo, sino también en recorte de gasto y expansión del mercado en el ámbito de la asistencia sanitaria.