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LA UNIÓN EUROPEA DESTINA 70.000 MILLONES A I+D+i | ||
Horizonte 2020: la gran oportunidad | ||
El ingeniero y economista Agustín Ortega, de la AEIH, analiza el proyecto comunitario | ||
Javier Barbado / Los ingenieros especializados en el sector de la salud en España, como otros muchos profesionales tanto de organismos públicos como de compañías privadas, esperan beneficiarse, en los próximos años, de los fondos económicos que va a proporcionar la Unión Europea (UE), por medio del proyecto Horizonte 2020, a tareas que potencien la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+i). Por el momento, el solo hecho de que este ambicioso programa fuera aprobado por la Comisión comunitaria hace ya un año, genera no pocas inquietudes entre los ingenieros sanitarios, que perciben cómo será necesario que se movilicen muy diversas instituciones de toda índole para canalizar ese dinero hacia trabajos específicos que impliquen al profesional cualificado.
Publicación de Ingeniería Sanitaria ha pedido un exhaustivo análisis de este asunto, todavía difuso por su magnitud y por el engranaje político que requiere dentro del marco institucional europeo, al ingeniero, economista y vocal de la Junta Directiva de la Asociación Española de Ingeniería Hospitalaria (AEIH) Agustín Ortega, en la actualidad subdirector económico y de Servicios Generales del Complejo Hospitalario Universitario de Huelva. No en vano, buena parte de la ingeniería de la salud concentra sus aportaciones en el entorno hospitalario, uno de los candidatos a participar en Horizonte 2020 dada su posición estratégica como organizaciones creadoras por excelencia de I+D+i. En España, más de 800 hospitales aglutinan direcciones de gestión técnica encabezadas por ingenieros; sus plantillas, por lo general, integran solo a unos pocos, pero las subcontrataciones habituales de los centros atraen al área sanitaria a empresas constituidas por decenas de profesionales de la Ingeniería Industrial, entre otras ramas de la carrera. “Mis compañeros saben muy bien a lo que nos referimos: cuando hablamos de ingenieros del sector socio-sanitario no aludimos solo a los que trabajan en hospitales públicos o privados, o de otros centros sanitarios, sino también a empresas que trabajan en este sector ya sea como suministradores de equipamientos e instalaciones de todo tipo, de materiales o de productos necesarios para el desarrollo de las actividades sanitarias o no, así como de diversos tipos de servicios asistenciales y no asistenciales”, expone Ortega. En suma, el potencial de ingenieros beneficiarios del nuevo programa comunitario trabaja tanto para las administraciones como para pequeñas y medianas empresas (pymes) y otras de mayor tamaño (como las que ganan las licitaciones para prestar servicios de índole sanitaria en los grandes complejos). Ahora bien: ¿qué es Horizonte 2020, por qué requiere de la colaboración conjunta de agentes políticos y sociales para llegar a buen puerto y en qué exacta medida incumbe al ingeniero sanitario? El propio Ortega lo expone a este periódico a partir de los siguientes argumentos. En primer lugar, el proyecto de la UE –aclara– prolonga otra experiencia previa: el VII Programa Marco de I+D 2007-2013; dotado con más de 50.000 millones de euros, este proyecto dio pie a subvenciones por valor de 2.969,3 millones de euros (con una inversión de más de 4.225 millones en I+D), y, en España, se erigió como una de las principales fuentes de financiación para esta clase de empresas (el 8,3 por ciento del presupuesto total adjudicado a los países de la UE-27). De hecho, participaron en él 2.500 entidades españolas, de las cuales eran particulares 1.624 (y, de éstos, el 75 por ciento eran pymes), y se llevaron a cabo 5.625 actividades con presencia española. Por comunidades autónomas, cinco acapararon el 85 por ciento de la financiación (Madrid, 29,7 por ciento; Cataluña, 29,1 por ciento; País Vasco, 13,4 por ciento; Comunidad Valenciana, 6,8 por ciento; y Andalucía, 6,1 por ciento). En cuanto a las áreas temáticas potenciadas con el programa, el primer gran bloque de financiación se correspondió con las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) con 572,5 millones de euros, seguidas por las nanociencias, nanotecnologías, materiales y nuevas tecnologías de producción, con 366,9 millones. En tercer lugar se sitúa el sector de la salud, que recibió fondos por valor de 255,2 millones. De esto se deduce que Horizonte 2020 obtendrá de la sanidad buena parte de sus frutos. Preguntado de forma directa por el proyecto, Ortega puntualiza que “se trata del Programa Marco de Investigación e Innovación de la Unión Europea para el periodo 2014-2020; está dotado de un presupuesto de 77.000 millones de euros con el objetivo general de ‘construir una sociedad y una economía de primer orden a escala mundial basadas en el conocimiento y la innovación en el conjunto de la UE, además de contribuir a un desarrollo sostenible”; tal como declaró, en su momento, la comisaria de Investigación, Innovación y Ciencia en la presentación del proyecto, “Horizonte 2020 ofrece un estímulo directo para la economía y asegura nuestra base científica y tecnológica, así como nuestra competitividad industrial con vistas al futuro al asegurar una sociedad más inteligente, sostenible e integradora”. De acuerdo con el vocal de la AEIH, el proyecto comunitario se propone destinar el 3 por ciento del producto interior bruto (PIB) de los Estados miembros a I+D de aquí a 2020 para implementar la Estrategia Europa 2020 y la iniciativa Unión por la Innovación. En conclusión, “si tenemos en cuenta que el sector de la salud –incluida la asistencia social– constituye uno de los más importantes en cuanto a gasto y empleo de la sociedad, efectivamente los ingenieros que trabajamos en él nos veremos afectados de forma positiva, si bien no sabemos en qué medida”, razona, dada la diversificación del colectivo. “Cuando hablamos de Horizonte 2020, aquí tienen cabida todas las iniciativas que podamos pensar en materia de I+D+i relacionada con el desempeño de nuestra actividad de ingeniería en nuestro sector”, y añade: “En la medida en que nos sintamos apoyados tanto por los puntos de contacto del propio Horizonte 2020 como por los colegios profesionales, asociaciones de empresarios, organismos competentes de la administración, universidades, centrales sindicales y otras instituciones relacionadas (…) podremos trasladar nuestras iniciativas a la práctica y, verdaderamente, ser los artífices para la consecución de los objetivos que se persiguen en este programa europeo en cuanto a las materias que entran en nuestro campo de actuación”. Desde el punto de vista de este profesional y directivo, toda esa serie de entidades deberán llevar a cabo, en los próximos cinco años, iniciativas de información, formación y ayuda para agilizar los trámites de Horizonte 2020, pues, por lo pronto, “son todavía muy insuficientes”. Pese a que el proyecto ha previsto reducir la burocracia, da una idea de su complejidad el hecho, por ejemplo, de que existan grupos de expertos por países para evaluar, individual y colectivamente, qué trabajos propuestos merecen ser financiados. Para ello –siempre según el estudio de Ortega– deben elaborar un Informe Resumido de Evaluación (IRE) a la Comisión Europea o bien a la Agencia comunitaria delegada, la cual comunica a los coordinadores si se valida o no cada proposición como favorable (los interesados disponen de más información en la Guía del Participante).
El perfil del ingeniero contratable y clase de proyectos En cuanto al perfil del ingeniero sanitario con posibilidades de acceder a proyectos financiados por Horizonte 2020, Ortega se apresura a precisar que, incluso dentro del ámbito de la salud, no hay uno solo. Por el contrario, son muy diversos los prototipos de profesionales del ramo válidos, y, para hacerse una idea de ello, invita a echar un vistazo a los apartados temáticos que la propia UE define para su financiación: “Son tres: ‘Liderazgo en las tecnologías industriales y de capacitación’ (13.557 millones de euros, de los cuales 7.711 se destinan a las TIC, y, de éstos, 1.594 para fotónica, microelectrónica y nanoelectrónica; 3.851 para las nanotecnologías, los materiales avanzados y la fabricación y procesamiento avanzados, y 516 para biotecnología); ‘Acceso a la financiación de riesgo’ (2.842,3 millones de euros, de los que 994 se dedican a proyectos del Plan Estratégico Europeo de Tecnología Energética, y, el resto, a pymes, incluidas aquí las pertenecientes al sector sociosanitario); y, por último, ‘Retos de la Sociedad’ (29.679 millones de euros, de los cuales 7.47,8 se utilizan para el ámbito de la salud, cambio demográfico y bienestar; 5.931,2 a energía segura, limpia y eficiente; 6.339,4 a transporte inteligente, ecológico e integrado; 3.081,1 a Acción por el clima, medio ambiente, eficiencia de los recursos y materias primas, y 1.694,6 a sociedades seguras). Sobre la clase de proyectos, en el campo de la I+D+i, que, a buen seguro, entran en las previsiones financieras de Horizonte 2020, cabe destacar los relacionados con la microelectrónica, los nanomateriales, la ingeniería de componentes y sistemas con consumo de recursos, energía y materias primas más reducidos, reciclables y reutilizables y que contribuyan a mejorar el cambio climático; sistemas de tecnologías de computación avanzada incluida la informática en la nube; robótica de utilidad sanitaria o de otra índole; metrología, caracterización, normalización y control de calidad; mejoras en el equipamiento electromédico; tecnologías que permitan edificios y sistemas eficientes desde el punto de vista energético con bajo impacto en el medio ambiente; ingeniería que contribuya al que se ha llamado envejecimiento activo mejorando el modo de vida de las personas mayores; aquélla otra que sirva para mejorar el diagnóstico de enfermedades por medio de dispositivos, equipos y procesos; trabajos para reducir el consumo de energía y la huella de carbono mediante un uso sostenible; tecnología de captura y almacenamiento de anhídrido carbónico y de su reutilización; combustibles alternativos y fuentes de energía móviles; transporte inteligente y ecológico; y gestión sostenible de los recursos naturales. El certificado de eficiencia energética en los hospitales Como el lector de este periódico habrá observado, la ingeniería sanitaria pone especial hincapié en el uso eficiente de los recursos energéticos, pues, como confirma el entrevistado, sus profesionales llevan a cabo un papel clave en lo que atañe a la puesta a punto y mantenimiento, en las instalaciones hospitalarias, de los sistemas de calefacción, refrigeración, agua caliente sanitaria (ACS), iluminación y uso óptimo del rendimiento de los equipos electromédicos y de otra naturaleza. “Su contribución resulta esencial –insiste– tanto en el diseño y equipamiento como en la construcción, mantenimiento y selección de esa clase de instalaciones, así como en la elección de los materiales y productos utilizados en grandes cantidades en los procesos industriales y productivos de los hospitales, pues de ella depende, en buena medida, la eficiencia energética conseguida”. Tal como él mismo recuerda, desde el 1 de junio de 2013 se exige a los hospitales con una superficie útil superior a los 500 metros cuadrados que dispongan de un certificado energético que les podrá ser requerido por inspectores técnicos de las administraciones. En este punto –matiza Ortega– la normativa vigente especifica dos excepciones: los centros con más de 250 metros cuadrados (pero menos de 500) tendrán hasta el 9 de julio de 2015 para cumplir con la etiqueta energética obligatoria, y aquéllos otros con estas mismas características en régimen de alquiler, que deberán disponer del certificado del 31 de diciembre en adelante. Por último, existe un problema que Publicación de Ingeniería Sanitaria abordó en algunas de sus informaciones del número anterior y que reside en el hecho de que, algunos proyectos insertos en Horizonte 2020, sean en parte financiados por los gobiernos autonómicos, y, en consecuencia, exista la posibilidad de que, debido al déficit de las arcas públicas autonómicas, no salga a flote: “Tengo bastantes ejemplos de partes de proyectos europeos –descubre Ortega– que, de hecho, no han podido realizarse por falta de dotación de los fondos necesarios en el porcentaje de autofinanciación de la administración correspondiente no solo en nuestro país, sino también en otros como Portugal”. En su opinión, se trata de un asunto relevante del que deben tomar buena nota los políticos españoles para que ningún proyecto “se quede en el cajón” no por falta de financiación comunitaria, sino porque la financiación que deba aportar la administración española de que se trate no esté disponible debido a que incurra en déficit presupuestario, lo cual derivaría en un aumento de este último (además de paralizarse el proyecto). Todavía quedan, pues, muchas lagunas en los procedimientos de concesión de fondos, definición de los proyectos y desbloqueo de trabas administrativas para que los ingenieros de la salud se involucren con éxito en el macroproyecto de la UE, en todo caso una oportunidad sin precedentes para aplicar sus conocimientos en aras a rentabilizar la producción y reducir su impacto en el medio ambiente. |