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Viernes, 20 de febrero de 2015  |  NÚMERO 5 Año I Acceda a nuestra hemeroteca
JOSÉ LUIS ESPINOSA, DIRECTOR TÉCNICO DE ASECENER
“El ingeniero encaja como auditor del hospital”
España es el penúltimo país europeo que ha traspuesto la ley de 2010 de gestión energética
 

Javier Barbado / Imagen: Cristina Cebrián. Madrid
Este miembro de la Comisión de Energía y Medio Ambiente del Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid (Coiim) y director técnico de la compañía Asecener (dedicada a la certificación), entrevé la aparición en España, los próximos años, de una figura laboral inédita: el auditor energético de hospitales. Para el desempeño de este cargo –asegura– el ingeniero industrial se encuentra muy bien posicionado, ya que reúne tanto conocimientos técnicos como de gestión. Su función consiste en informar de las condiciones del centro para preservar el uso de la energía y certificar que cumple con la diversas normativas al respecto, que se aplican en los Estados miembro de la Unión Europea y que España, en algunos casos, ha tardado en hacer efectivas en sus hospitales (no en vano, según ha recordado, el país ha sido el penúltimo en haber traspuesto la ley comunitaria sobre gestión energética de 2010).

El ingeniero industrial, tras la entrevista celebrada en la sede del Colegio de Madrid.

¿Cuál es el origen de las auditorías energéticas en España?

Tuvo que ver con el momento en que se crea una necesidad fruto de la crisis energética de 1973. A partir de entonces, diversos países comenzaron a plantearse cómo ahorrar energía y fue cuando se crearon los procedimientos para realizar auditorías de esta índole.

También en ese momento fue cuando se empezaron a desarrollar lo que ahora todo el mundo conoce como energías renovables: solar térmica, solar fotovoltaica, eólica, etc.

Las auditorías energéticas se hicieron, en principio, en aquellos inmuebles o instalaciones donde el consumo energético resultaba significativo, y, en este caso, las industrias fueron el primer sector en llevarlas a cabo, ya que la energía era fundamental para su competitividad y todo lo que fuera reducir costes era beneficioso para ellos.

Por lo tanto, las primeras auditorías energéticas que se llevaron a cabo se hicieron en el sector industrial y las hicieron, entre otros profesionales, los ingenieros industriales al tratarse de asuntos que les competían. Con el tiempo, poco a poco, más sectores fueron teniendo en cuenta el consumo energético y vieron que existía la posibilidad de auditar y verificar el consumo, hacer un diagnóstico de las instalaciones y poder ver, en suma, en qué se podía mejorar.

¿En qué consiste el decreto 2012/27 de la Unión Europea?

Relacionado con la certificación y la eficiencia energéticas, la UE ya aprobó, en 2002, la directiva comunitaria 2002/91/CE de eficiencia energética de edificios y fue cuando empezó a legislarse la mejora del consumo energético.

Con el tiempo, en España se traspuso entre otros al Código Técnico de la Edificación en 2006, y a otro Real Decreto 47/2007 sobre el certificado energético de nuevos edificios. En 2010 se publica la directiva 2010/31/UE que intentó regularizar la normativa europea en este campo, y entonces los países se percataron de que debían incrementarse los criterios para evaluar la calidad energética de sus edificios.

La UE, en vista de que los objetivos del año 2020 en cuanto a reducción del consumo energético no se iban a cumplir, publicó la directiva 2012/27/UE por la que intenta impulsar la eficiencia energética obligatoria a diferentes sectores. Es una directiva bastante amplia que afecta a diferentes ámbitos, entre ellos los productores y distribuidores de energía eléctrica, o también a empresas de servicios energéticos o a auditores energéticos.

Hablamos de un borrador de real decreto del pasado mes de noviembre, y se presupone que en junio debía estar ya publicado. Éste afecta tanto a auditores de eficiencia energética como a proveedores de servicios energéticos y contabilización de consumos (por ejemplo de calefacción).

¿A qué tipo de empresas se va a obligar a cumplirla?

Desde el punto de vista normativo, la obligación de las auditorías energéticas será, en efecto, para un tipo de empresa determinado, en concreto la que reúna las siguientes condiciones: que sean grandes (más de 250 trabajadores o que ocupen a más de 250 personas) y también aquéllas que, aunque dispongan de menos plantilla, excedan simultáneamente un volumen de negocio de 50 millones de euros y un balance general de 43 millones de euros. Esto es, o bien se determina por cuenta de resultados o bien por volumen de trabajadores.

¿Significa que afecta al sector sanitario?

Claro: se va a haber bastante afectado, pues muchos edificios hospitalarios y centros farmacéuticos son instalaciones grandes con muchos trabajadores, así que el porcentaje de empresas obligadas a cumplir la directiva va a ser importante.

Esta obligación se puede ver desde dos puntos de vista. Por una parte, qué porcentaje de empresas van a tener obligación de llevar a cabo la auditoría energética, y, por otra, qué se va a conseguir con ello: si se va a ahorrar mucho o poco. Así que todo dependerá de si los gestores ven esta directiva como un mero trámite o bien como una oportunidad para hallar las vías que permitan ahorrar energía.


¿Cuál es la situación actual de España en auditorías energéticas en la sanidad?

La obligación habla de que la auditoría energética va a ser cada cuatro años, y, la primera de ellas, antes del día 5 de diciembre de 2015. Por lo tanto, cuando salga la normativa, va a ser de inmediata aplicación.

En cuanto a cómo afecta al sector, depende. Existen hospitales que han hecho auditorías previas porque se hicieron entre los años 2000 y 2014. En ese caso, es posible que sean válidas, pues depende de si se han hecho a partir de un determinado año, de modo que serían óptimas siempre y cuando cumplan con los requisitos normativos, algo que debe demostrarse.

En el sector hospitalario, el consumo energético resulta importante; además, todo lo que sea reducir costes le interesa a todo el mundo lógicamente (no solo a los hospitales). En el caso de éstos y en términos generales sin tener en cuenta la factura del gasto farmacéutico, el consumo de energía oscila entre el 15 por ciento y el 30 por ciento. Así que vemos que se trata de un consumo energético bastante importante. A todo edificio sanitario le interesa, y, desde luego, la componente energética en los hospitales está en debate desde hace tiempo como parte de sus planes directores.

Con relación al carácter obligatorio de las auditorías, los hospitales que ya las han hecho posiblemente tan solo tengan que actualizarlas, y, por lo tanto, resultará bastante fácil. Y los centros que, al ser nuevos, no disponen de auditoría alguna –y, en ese sentido, están mejor que los antiguos en cuanto al uso de la energía porque han incorporado nuevas normativas– sí tendrán que suministrar información del proyecto para comprobar todas las instalaciones y criterios que necesita la auditoría.

Creo que, a nivel global, no se puede desgranar con detalle la situación porque cada comunidad autónoma la regula conforme a sus competencias. En España, las empresas de servicios energéticos trabajaban en los hospitales fundamentalmente en el área de generación; sin embargo, después se fueron incorporando a otras parcelas como la gestión integral energética del centro.

¿Algunos ejemplos?

Así se ha hecho, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid, donde se han adjudicado la gestión energética de varios centros sanitarios a una compañía de servicios energéticos, entre ellos La Paz (Dalkia-Gas Natural), el Príncipe de Asturias (Ferrovial) o Reina Sofía (Acciona). Cada vez más hospitales están externalizando su gestión energética mediante contratos con empresas de servicios energéticos.

Previamente se ha de haber realizado una auditoria energética, que es recomendable lo realice una tercera parte.

¿Por qué fórmulas se rige esa clase de contratos?

Las hay diferentes. Por ejemplo, está el modelo de ahorro compartido, en el que lo que se deja de gastar se reparte entre el cliente y la empresa de servicios energéticos. Pero no todos los edificios son iguales, mucho menos en el caso de los edificios hospitalarios, por lo que no resulta sencillo generalizar.

No hay mucho publicado acerca de la situación del sector en estos aspectos en la actualidad. Por otra parte, como edificios públicos que son, los hospitales deberían disponer de un certificado energético o etiquetado. Aunque tampoco hay estadísticas sobre qué hospitales disponen de este último, realmente son muy pocos.

¿El Real Decreto 235/2013 obliga a los propietarios de hospitales a expedir el certificado energético?

Sí, a edificios públicos y aquéllos que se vendan o alquilen. Está todo relacionado, tanto los certificados energéticos como las auditorías.

Desde mi punto de vista, ni una auditoría ni un certificado energéticos ahorran per se energía. Se trata de un papel que te dice cómo ahorrar energía, lo cual es distinto. Lo que ahorra energía estriba en el impulso que se dé por parte de los gestores y en el momento socioeconómico en cuanto a posibles vías de financiación, o bien en contratos con empresas energéticas.

Respecto a las auditorias energéticas, la última versión del borrador indica que el Certificado Energético puede incorporarse a la auditoria si cumple unos requisitos.

Usted forma parte de Aenor y del Comité de Cambio Climático. ¿Se relacionan ambos con la supervisión de la energía de la que hablamos?

El  Comité Técnico de Normalización de AENOR 216 se denomina “Gestión energética y cambio climático”  y está formado por un panel de expertos a nivel nacional.

Las normas de auditorías energéticas, tanto nacionales como (europeas) EN o internacionales ISO, se siguen y adoptan en el GT 5 Auditorías energéticas del Comité. Otros grupos de trabajo también tienen relación como el GT 3 Sistemas de Gestión Energética.

Actualmente las normas más relevantes en este campo son las de la serie UNE-EN 16247 Auditorías energéticas, incluida en el borrador de Real Decreto. Esta serie se compone de una primera parte de requisitos generales y de tres partes específicas para los sectores de Edificios, Procesos industriales y Transporte. En los próximos meses se publicará una última parte sobre requisitos para los auditores energéticos.

Esta serie se cita en la Directiva 27/2012 de eficiencia energética como forma de asegurar que la Auditoria tiene unos mínimos de calidad.

De aquí a un tiempo, se van a extender una serie de normativas internacionales (por ejemplo, ISO), sobre las que se pregunta a este Comité de forma específica.

Espinosa revela que existen pocos datos sobre qué hospitales españoles disponen, en la actualidad, de etiquetado de eficiencia energética.

¿Qué perfil posee el ingeniero industrial que trabaja en un hospital?

El ingeniero industrial no solo tiene un perfil técnico, sino también de gestión. Existen bastantes gestores que son ingenieros y que, de hecho, compatibilizan ambas cosas.

Usted forma parte de una Comisión específica en el Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid (Coiim), ¿no es así?

Así es. Soy miembro de la Comisión de Energía y de la de Medio Ambiente. Además, el Coiim cuenta con otras comisiones como la de Ingeniería Médica y Sanitaria.

El Coiim está compuesto por 10.500 miembros, y, en efecto, en 2012 se creó esta última Comisión formada por gente del sector de la salud y empresarial, y que trabaja desde entonces para potenciar la figura del ingeniero.
Dentro de la rama de la ingeniería industrial existe la especialidad de organización industrial, y, por eso mismo, se trata del perfil más adecuado para gestionar los hospitales. También desde el punto de vista técnico están capacitados para labores gestoras o la realización de auditorías energéticas.

Por otra parte, la normativa europea no se limita a hablar de auditorías, sino que también menciona a los gestores energéticos. A nivel nacional, existen comunidades autónomas que ya están regulando crear la figura del gestor energético, y, según mi experiencia, los hospitales son el sitio idóneo para implantarla. Se puede tratar de un ingeniero industrial y debe, por un lado, proporcionar toda la información necesaria para la auditoría energética; por otro, evaluar y plantear medidas de mejora, y, por último, en función de si dispone de un sistema de gestión energética integrada validado con la ISO 50.001 o no, plantear una buena planificación para ir dando pasos en la senda del ahorro energético.

Además, será quien supervise si se cumplen las vías de mejora implantadas.

El gestor energético siempre tendrá en cuenta el consumo de energía, y, por lo tanto, está pendiente de que éste no se vea perjudicado por determinadas razones. Se trata de una figura que se debe potenciar en los hospitales para que tenga más criterio y capacidad de gestionar tareas relacionadas con la energía.

Como integrante de Aenor y del Comité de Cambio Climático, Espinosa revela que este organismo trabaja en proyectos de eficiencia energética y otras medidas de ahorro.

¿Cómo se encuentra España en esta área en el contexto de la Unión Europea?

Somos el penúltimo país de la Unión Europea en trasponer la directiva de gestión energética de edificios de 2010, de modo que no puede decirse que vayamos a la cabeza en esta tarea. Por eso tenemos cierto retraso en cuanto a aplicación de la normativa. Con relación a la gestión de los hospitales y cómo funcionan en general, nada tenemos que envidiar a los de otros países. Pero hemos bajado en calificación de la gestión sanitaria a partir de encuestas realizadas en todo el mundo y debido a distintas razones. Estamos, pues, en una situación técnica similar, pero algo más retrasados en cumplimiento de la normativa europea.

Este directivo recalca que el Ministerio de Industria debe desbloquear los concursos de eficiencia energética, pues son una inversión en lugar de un gasto.

Los hospitales de nueva construcción en adelante, ¿deben incorporar de forma obligatoria la certificación energética?

Sí. Deben incorporar no solamente la certificación energética de edificio o proyecto terminado, sino que también, por otra parte, todos los criterios de ahorro energético que han de cumplir con el código técnico deben ser justificados. Además, como esta normativa se va a endurecer con el tiempo, ya todos los edificios construidos a partir de 2007 y 2008 incorporan mejoras respecto a los anteriores, y aún más a partir de 2014.

Por último, ¿cómo afectan las elecciones de este año a estos proyectos y normativas?

Estamos en un año electoral, lo cual afecta a muchas cosas. Una de ellas es que cuando el Ministerio de Hacienda oye hablar de déficit y se pone nervioso. Cuando queremos intervenir un edificio para poder ahorrar hace falta gastar dinero, ya que es una inversión, y, en este sentido, es interesante que determinadas políticas como, por ejemplo, el Plan Juncker, cambien este panorama para que lo que se considere déficit pase a considerarse inversión, de modo que los proyectos paralizados por esa razón se desbloqueen y los gobiernos no teman sacar los concursos.

¿Cuál es la situación, ahora mismo, de ese problema?

Está en pleno trámite de decisión porque es algo muy reciente.

¿Afecta tanto al gobierno nacional como a los autonómicos?

Los autonómicos lo han visto de una forma diferente y han llevado a cabo más contratos energéticos en los edificios hospitalarios.