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Martes, 26 de julio de 2016  |  NÚMERO 21 Año II Acceda a nuestra hemeroteca
PEDRO BAPTISTA, DEL INSTITUTO ARAGONÉS DE CIENCIAS DE LA SALUD
“El bioingeniero marcará la diferencia para crear órganos”
La especialidad ofrece “una visión de conjunto”,  asegura este farmacéutico investigador
 

Javier Barbado. Madrid
El bioingeniero ha irrumpido en el laboratorio con las mismas perspectivas de éxito que se le atribuyen en otros campos como la clínica: muy prometedoras. En este caso hace tal vaticinio un verdadero experto en organogénesis, es decir, creación de estructuras capaces de reemplazar los órganos naturales como, por ejemplo, el hígado, lo que resultaría de gran utilidad ante la escasez de estos recursos en muchos países, las esperas frecuentes para hacerse con ellos e incluso el rechazo al tejido ajeno por parte del receptor.

Pedro Baptista dirige una investigación que él mismo inició en EEUU.

El entrevistado es docente e investigador en la Universidad Carlos III de Madrid y en el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud (IACS), donde lleva a cabo su proyecto de obtener hígados trasplantables a partir de órganos que desprovee de su material celular y después vuelve a completar a partir de células madre.

¿Cómo se consigue un hígado sano con ese método?

Recurrimos a las descelularización de órganos (así lo llamamos). Consiste en hacer una emulsión de un detergente en las células de un hígado, de animal o bien humano, para desplazarlas. Una vez que el órgano se queda sin células, queda la matriz extracelular o espacio entre las células, en definitiva el esqueleto del órgano que preserva su estructura.

Después, se vuelve a sembrar este último con células, pero en esta ocasión con las del propio paciente potencial receptor del órgano.

¿De qué está compuesto el espacio extracelular?

Colágenos, elastina… el tipo de material molecular responsable de la estructura que da forma al hígado.

¿Se utilizan unos biorreactores para rehacer el órgano, no?

Son los aparatos que sirven para recuperar el andamiaje del órgano y, a partir de ahí, hacer una maduración y desarrollo del tejido, que será finalmente trasplantado. Se trata de un material muy importante para que el órgano preserve tanto su forma como su función.

¿Qué perfil de paciente se beneficiaría de la técnica?

El enfermo que espera un trasplante desde hace muchos años. La  idea es que exista un laboratorio donde rehacer el órgano que necesita a partir de células madre del propio paciente. En definitiva, se trata de añadir más hígados a la remesa disponible para los candidatos del trasplante. 

Y de eludir así las consecuencias del rechazo.

Así es. Pero también se puede reponer el contenido celular del órgano y utilizarlo pata otro paciente distinto. Claro que en ese caso habrá que completar la intervención con tratamiento inmunosupresor.

Pero si hablamos de una cuestión de tiempo, por ejemplo de una persona con hepatitis C que apenas admite retrasos de tres o seis meses por su gravedad en el trasplante requerido, en ese caso se opta por sus células parta eludir la inmunosupresión.

Son, pues, dos escenarios posibles; en todo caso, ¿cómo se consiguen esas células de repositorio?

A partir de células madre.

¿Resulta complicado hacerse con células madre del enfermo?

Algunas partes del proceso terminan por resultar un tanto complicadas: hoy en día, para hacerse con los millares de células madre del paciente, en este caso del hígado, se precisa de una tecnología todavía no disponible.

De modo que se recurre a lo que sí resulta factible, en este caso las células pluripotenciales que generamos a partir de las células de la piel y que convertimos en células madre similares a las primarias. Después ese material da pie a la posibilidad de regenerar el órgano completo en el laboratorio. Ésta es la línea de trabajo que intentamos seguir.

¿Se ha conseguido hacer?

El hígado que hemos hecho se consiguió con células madre progenitoras humanas, y se ha logrado tejido hepático con características propias del órgano original. Ahora estamos trabajando en transferir esta tecnología al hígado de cerdo.

¿Por qué ese animal?

Porque el tamaño de los hígados que hemos hecho hasta la fecha es el de del órgano equivalente de una rana, es decir, una miniatura en comparación con el humano, cosa que no sucede con el cerdo, cuyo hígado se aproxima al tamaño del que porta una persona.

¿Cuándo planean hacer el primer trasplante hepático de esta naturaleza?

Prevemos conseguirlo para enero de 2017 en cerdos.

¿Y en humanos?

Sinceramente creo que dentro de 25 a 30 años sería posible, pero eso depende de los recursos disponibles. Si alguien viniera e invirtiera mucho dinero seríamos capaces de hacerlo en tres o cuatro años. La cuestión es que no tenemos ese dinero disponible.

Antes que en España, llevó a cabo los primeros pasos de esta idea en el Wake Forest Institute for Regenerative Medicine de Estados Unidos. Ahora trabaja con la misma idea en el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, pero, ¿lo hacen de forma simultánea los colegas con los que comenzó?

Ellos continúan trabajando en esta línea, pero se concentran en otros órganos distintos al hígado, en concreto el riñón y también, por otra parte, el tejido muscular.

¿Disponen de bioingenieros en la plantilla del Instituto Aragonés?

La verdad es que sí. En mi equipo tengo una bioquímica, una bióloga y un bioingeniero.

Como farmacéutico curtido en el laboratorio, ¿le ve futuro en el campo de la salud a la Bioingeniería?

Sí, sin duda. Hasta la fecha, he podido trabajar con dos bioingenieros en Estados Unidos y ahora, como digo, otro más, y la verdad es que marcan la diferencia al tener un gran bagaje de conocimientos ingenieros completadas con algunas nociones de Biología y Bioquímica (sin llegar al nivel de los especialistas en estas áreas).

En todo caso, se trata de un Grado y de una formación que aporta una visión de conjunto capaza de establecer una diferencia y contribuir de forma muy positiva a la resolución de problemas para esta clase de proyectos de investigación.