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Jueves, 02 de octubre de 2014  |  NÚMERO 1 Año I Acceda a nuestra hemeroteca
Calidad de aire interior, infección nosocomial y recursos económicos

Tomás Higuero, consejero delegado de Aire Limpio.
La infección nosocomial constituye un problema relevante para nuestra sanidad y, por ende, para el contribuyente. Según Epine 2012, la prevalencia de la infección asciende al 7,61 por ciento, siendo algunas de las principales causas un mayor número de pacientes inmunocomprometidos y la realidad que supone en los hospitales la aparición de microorganismos resistentes a los antibióticos.

Por ubicarnos, España está entre los países europeos con peor índice. Concretamente el sexto por la cola, teniendo Portugal el dudoso honor de ser último con una tasa superior al 10 por  ciento.

Tomás Higuero.

Si analizamos el problema en términos estrictamente económicos, obviando la importancia que tiene desde el punto de vista de los daños a los usuarios y merma en la  asistencia, el coste extra por hospitalización se sitúa en una horquilla entre los 500 euros y los 1.600 euros, estimándose un coste promedio de 900 euros. La sobre-estancia media por la infección es de nueve días. El coste por caso son unos 8.100 euros. Aplicando esos datos sobre las admisiones hospitalarias anuales (alrededor de 5.000.000) nos resulta un coste directo anual aproximado de 3.000 millones de euros. En esta cifra no se tienen en cuenta los días de trabajo perdidos por baja laboral de los que se hace cargo la Seguridad Social (cerca de 1.000.000 de días), una ingente cantidad de dinero que sale del bolsillo del contribuyente; ni tampoco el coste de la productividad perdida por parte de las empresas. Por último, quedarían los costes en que incurren las familias, el desplazamiento a hospitales, las comidas… y, por supuesto, reiteramos, todo lo anterior sin tener en cuenta el drama humano.

Las buenas noticias son que en los últimos años parece que el índice en España ha ido paulatina y ligeramente decreciendo.

El principal vector transmisor de estas  infecciones es el aire interior.  Bien porque sea causante directo (las infecciones nosocomiales respiratorias son  más del 20 por ciento del total), o porque en muchas de las infecciones quirúrgicas (las más numerosas) la causa subyacente son hongos o bacterias que se contagian por contacto y que previamente se han depositado en superficies porque las instalaciones no han filtrado, ventilado o esterilizado adecuadamente ese aire interior (o bien que la limpieza no ha sido lo suficientemente buena).

No creo que sorprenda a nadie que las UCI y los quirófanos sean los entornos más propicios y que en los hospitales de más 500 camas, es donde la prevalencia de la infección es más alta.

La noción de que la mala calidad del aire interior es uno de los principales enemigos por batir si queremos reducir las tasas de infección nosocomial, está siendo interiorizada por todos los agentes involucrados…si bien el proceso está siendo muy lento.

Hay que destacar que el conocimiento existe. El diseño, construcción y mantenimiento de nuestros hospitales está perfectamente establecido y hay un marco muy claro y completo de normas y recomendaciones, segmentando por tipos de áreas en función de su actividad y nivel de criticidad. Dichas normas rivalizan en efectividad y funcionalidad con las de los países de nuestro entorno.

Nosotros pensamos que es necesario un mayor nivel de intolerancia hacia este tema en nuestro país, más concretamente contra las infecciones que se transmiten por vía aérea. Creemos que hay que desterrar la noción de que la infección es inevitable. Ante todo si se repara en que hay datos empíricos que demuestran que la adopción de las medidas adecuadas reducen las infecciones en un mínimo de un tercio.

En Estados Unidos, el debate ha sido y es bastante agrio, resultando en la aprobación en varios Estados de leyes específicas. Los hospitales tienen la obligación de informar de sus casos de infección nosocomial, identificados por una entidad ajena al propio hospital para dar mayor  credibilidad al proceso, y ello influye en los recursos financieros que puede captar de un ejercicio a otro. En la sanidad privada americana se adoptó  hace tiempo el concepto de pay for perfomance, el cual incluye reembolsos al cliente que haya tenido que extender su estancia por una infección nosocomial. Además, como todos sabemos, se penaliza económicamente y de manera muy intensa la mala praxis.

Las infecciones nosocomiales se reducen con protocolos, formación (cambio cultural en las plantillas de los trabajadores) e instalaciones mejor hechas y mantenidas. Todo lo anterior no sirve de nada si no viene precedido de una firme voluntad por parte de los responsables hospitalarios (públicos y/o privados) de la necesidad de gestionar adecuadamente esta sangría de salud, recursos e imagen.

Al final del día, los gestores hospitalarios deben dirimir qué partidas económicas se destinan a  qué cosas. En esa competencia por decidir adónde van los limitados recursos económicos, a nuestro juicio se debe priorizar el montar nuevos protocolos de prevención, mantener adecuadamente las instalaciones, formar al personal… Todo ello frente a otras posibilidades más glamurosas pero, quizá, menos necesarias. Documentar, identificar y prever las infecciones es un trabajo oscuro, pero indudablemente muy importante: salva vidas y ahorra costes.