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EDITORIAL |
Ante la doble cita electoral |
La posición del ingeniero sanitario ante la doble cita electoral del año (los comicios municipales y autonómicos en mayo y las generales tras el verano, si no se retrasa su convocatoria) se identifica con la de muchos otros profesionales cualificados del país ante la encrucijada de la crisis económica, pero con alguna ventaja competitiva en su caso dada la demanda creciente de trabajos industriales que requieren de conocimientos especializados a pesar de la recesión padecida en los últimos años. Esa postura, en modo alguno indiferente, posee un punto común cualesquiera que sean las condiciones laborales del ingeniero de la salud (trabaje para un hospital público, una pequeña y mediana empresa –pyme– o una multinacional): el respaldo a las candidaturas políticas que más se presten a potenciar la integración de España en la Unión Europea (UE) a efectos de recibir fondos comunitarios para proyectos específicos de su área de competencias, y, más en concreto, los que formen parte del Proyecto Horizonte 2020. Esta estrategia –como analiza para Publicación de Ingeniería Sanitaria, en su reportaje de apertura, uno de los vocales de la Asociación Española de Ingeniería Hospitalaria (AEIH): el ingeniero Agustín Ortega García– fue publicada en el Diario Oficial de la Unión Europea el 20 de diciembre de 2013, esto es, hace más de un año, lo que lleva a pensar en las dificultades de toda índole con que se ha topado el proyecto. A tenor de este profesional, existen indicios de que, en el terreno práctico del día a día, no pocas dificultades ralenticen el flujo de fondos y oportunidades para los ingenieros españoles derivadas del macroproyecto, que, en todo caso, repercutirá de forma muy positiva en el colectivo desde su punto de vista. Como él mismo ha advertido a este periódico, casi todas las iniciativas provenientes de Horizonte 2020 requieren de la colaboración de agentes de al menos tres países europeos. De ahí que quepa preguntarse si España se encontrará a la altura de atraer a socios de otros Estados miembros, y, en particular, si las agrupaciones de profesionales, instituciones públicas, colegios corporativos, sindicatos, y, en fin, toda la cadena de miembros del sector sanitario será capaz de hacerse merecedora de la financiación comunitaria, y, una vez recibida, de canalizarla para que fructifique en actividades de investigación, innovación y desarrollo (I+D+i) creadoras de empleo y fuentes de inversión a largo plazo. Sea cual fuere el resultado de las elecciones de 2015, resulta impensable que España deje de potenciar su protagonismo en la UE, como, de hecho, ya lo hace por voz y voto de sus eurodiputados. La senda del crecimiento económico y aun social del país no es separable de la apuesta europea en ninguno de los casos. |