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Martes, 24 de marzo de 2015  |  NÚMERO 6 Año I Acceda a nuestra hemeroteca
EDITORIAL
Los equipos diagnósticos se quedan obsoletos
 
 

La renovación y el mantenimiento de los equipos de uso hospitalario entran en la competencia directa de los ingenieros, amén de ser una tarea que precisa de operarios no cualificados que la ejecuten, y, por esa razón, adquiere relevancia el hecho de que, según han difundido portavoces de la Federación de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin) en un foro reciente celebrado en el Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid (Coiim), el parque tecnológico español se halle entre los peor parados de Europa en ambos aspectos.

De acuerdo con los datos divulgados tanto por el director de Fenin-Cataluña, Carlos Sisternas, como por la directora general de Gestión Económica e Infraestructuras del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha, Amparo Carrión, España se sitúa cuarta por la cola en el ranking calculado para 36 países del viejo continente en función de la antigüedad de sus recursos tecnológicos en el campo de la salud.

Por si fuera poco concluyente esa estadística, en un aparato de uso tan frecuente en Medicina como la resonancia nuclear magnética (RNM), la sanidad española despunta por disponer del parque tecnológico más obsoleto del entorno europeo. En concreto, en la región castellano-manchega, el 73 por ciento de los equipos de RNM sobrepasa la década de funcionamiento; un 27 por ciento se sitúa entre los seis y los diez años de antigüedad, y, por último, no existe ningún equipo de esta clase con menos de cinco años de utilización.

Estas últimas cifras se revelan en especial preocupantes si se repara en que incumplen las recomendaciones internacionales sobre el mantenimiento de esta clase de tecnología, que, según ha precisado Sisternas, fija el Comité de Coordinación Europeo del Sector de Radiología, Electromedicina y Tecnologías Sanitarias (Cocir, por sus siglas en inglés) y establece que lo aconsejable es que un gobierno o Estado disponga de al menos el 60 por ciento de su parque tecnológico con menos de cinco años de antigüedad; no más del 30 por ciento en el intervalo comprendido entre seis y diez años, y, por último, no más del diez por ciento con más diez años de uso.

De esta realidad se infiere, por lo tanto, que el déficit de ingenieros en el entorno hospitalario sin duda se correlaciona con la ausencia de una estrategia sistematizada en la sanidad pública española para rentabilizar, y, ante todo, mantener en funcionamiento óptimo la tecnología de sus hospitales y centros de salud. Es decir, la ausencia de un programa de reciclaje y observación de los equipos diagnósticos delata que la política sanitaria obvia la figura del ingeniero y su creciente demanda en el sector.

No estaría de más, en este contexto, que la recuperación progresiva de la crisis financiera y económica de que hace gala el Gobierno central, y, asimismo, la inyección de fondos comunitarios en el contexto de la estrategia europea Horizonte 2020, entre otras, catalizasen la presentación y puesta en práctica de una plan ministerial específico para monitorizar y preservar la calidad de la tecnología hospitalaria. Sin duda su impacto ayudaría a que los gobiernos autonómicos, de los que depende la sanidad, desarrollasen programas similares que resultasen sinérgicos con el de ámbito nacional, tal como se ha hecho, por ejemplo, con el abordaje de la enfermedad crónica.